Lead A Head

12 ago 2008

Educando adolescentes, un verdadero reto de confianza

Durante la niñez fue bueno, pero hoy me di cuenta que los pequeños regaños, las palabras que escuchaba de mí, las frases que decía a modo de juego, a él se le quedaron bien grabadas en su cerebro.
Todos esos recuerdos me hacen pensar que actué a la ligera. Jamás imagine lo que estaba educando, lo que estaba forjando, lo que estaba creando. Hoy es diferente, muy diferente, quisiera que no fuera así, pero lo es. A mí no me respeta y siento que solo busca la forma de darme duro. Cualquier sea mi comentario, me lo regresa con una bien armada contraofensiva. Cualquier sea mi acto, resulta en una fuerte agresión contra él. Lo miro en sus ojos, lo siento cuando pasa, lo veo al mirar siempre su espalda ¿me odia tanto? Por que cambio, ¿Cuándo?, que ni me di cuenta. Me dio mucho gusto cuando encontré la respuesta a algo que me pregunté, me dije, ¿hay modo de cambiarlo todo? En realidad podré con este, mi gigante. Me sorprendí mucho cuando vi la posibilidad de que sí.

Claro, por su puesto que se puede. El adolescente, en esos momentos, se cree el más grande en la cadena alimenticia y ¿por que no? Su belleza de juventud, su nuevo cuerpo renacido, su energía de amanecer, su brío, son de lo más grandioso en los bienes de la tierra para los hombres. Pero sabes que, las canas también tienen su brillo, a su modo. Fíjate, el adolescente cree que ya hay que tratarlo como adulto, “claro”, como ya es tan grande que se rasura y dejo los carritos, pues no. Al adolescente varón, le falta mucho por madurar, ojo, madurar, por que esa palabra no significa lo mismo que autonomisarse. El no sabe nada de nada, aunque actué seguro de sus razonamientos, por eso debes tenerle paciencia, por que sus actitudes son de niño, son infantiles. ¿Qué hay que hacer? Esto.

Primero, ten en cuenta que el avance es poco a poco, no quieras que para el siguiente día ya te pida que salgan solo el y tú de día de campo. Quiere ser adulto, que lo traten como tal, OK. Pongámosle entonces responsabilidades de adulto, pero se ponérselas. Por ejemplo, el niño quiere que le prestes el auto para ir con su noviecita o para salir con sus amigos, te pones tenso, apenas sabe conducir. Proponle lo siguiente. OK, esta bien, tu ganas—actúa vigoroso, a su altura, a su nivel de vibración, a los adolescentes no les gusta ver que su padre luzca débil, actúa con energía—toma las llaves, ve—tenle confianza, eso aumentará la suya—pero antes, pasa a la refaccionaría de la avenida para que compres dos litros de aceite.

El y su primo, o su acompañante, se van a emocionar, irán por supuesto, pues tendrán algo que presumir, contarán a sus chicas después—o sí, me tarde, es que fui hasta la avenida a comprar aceite—será muy divertido. Llegará después, sano y salvo, bueno quizás con una ralladura, un banqueteo, tal vez, pero, sorpresa, al primero que irá a ver es a ti, directamente a ti, te contará sus hazañas en su primer viaje en auto solo. Un abrazo quizá sea mucho pedir, pero puede asar. Un suspiro de alivio. Un momento. Por hoy fue todo, ya puedes regañarlo por la ralladura.

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